Antes decía que los verbos que mejor conjugaba eran pagar y esperar. En todos los tiempos y modos de la lengua castellana. Bien, adhiramos LIMAR. Un neologismo práctico y postmoderno.
Yo limo, limé, he limado, habría limado, limaré, limaría, hube limado y así.
Limar, de quemar la bocha. Tronar, decía también en una época. Se me vuela la térmica. Se me escapa la tortuga. A ese le faltan caramelos en el frasco. Los patitos están desalineados. Aquel juega con el banco. Está de la cabeza, del orto, de la gorra. Qué más?
Es verbo, pero ojo, también es adjetivo: estoy limada. Significa que otro día puedo no estarlo, que ya se me pasará. O atenti al sustantivo: soy una limada. Ya está. Quedé así. Irreversiblemente tocada. Tocate un vals. A propósito de esto, serán muy locos los valses a nivel composición musical? Muy rayados los compositores? O quizás del tomate los que lo ponen a sonar en la benemérita unión matrimonial? Peor el de Cibrián Mahler en Drácula, que adornó las bodas de la temporada 07-08.
Qué lime! Ese es bueno, cuando por ejemplo el pensamiento se pierde en por qué un hombre hace tal o cual cosa. He elaborado teorías completas, fundamentos especiales, excusas. Implementé las patéticas leyes de obediencia debida y punto final. Acudí al indulto, a condonar la pena, a la exención de responsabilidad. Así como a los enojos más brutales y ensordecedores. Confieso haber creado teorías ad hoc con tan solo comprender una acción. Y no soy la única. El hilo conductor? La búsqueda de sentido. Como quiso escribir el amigo Víctor Frenkl, a quien le deseo toda la suerte del mundo si es que alguna vez encuentra el sentido a algo, y más aún al comportamiento del hombre.
Lic A