sábado, 21 de marzo de 2009

Mi amigo el ñandú

Sueño:
Con mi chico decidimos salir de vacaciones. Me pasa a buscar en su deportivo modelito ochentoso que hoy luce lustrado y con aroma a pera y mango. Saluda pronunciando mi nombre en su versión corta. Ingreso al auto, saludo a su niño y al primito (?). Me presento ante ellos con voz de maestra jardinera y actitud de amar a todos los bajitos del universo. Mi chico sube al auto y partimos felizmente a pasar unos días en algún lugar. Bajo la ventanilla a mano, el viento sacude mis rulos con gracia, me sonrío, disfrutando plenamente el momento. Y veo pasar, tal como se ven las vacas en la ruta 2, un ñandú con cabeza de ovejero alemán en el tamaño de una gigantografía.

Despierto angustiada.

Hasta ahí el sueño. Haré un sucinto y no profundo trabajo de asociación libre. Y no tocaré todos los elementos. Y peor aún, no me meteré con el significante. Tiembla mi lacanismo.

La efímera y poco creíble sensación de felicidad que acompaña el primer tramo del sueño no podía perdurar así tratándose de quien escribe. Si terminaba ahí, era un sueño-estafa. No digo que celebro la angustia absoluta que sobrevino tras la aparición de mi versión del minotauro, pero sí afirmo que le dio la contundencia real que la vida merece. Abrir bien los ojos y llamar las cosas por su nombre. (Más si sabemos, aunque no siempre sea evidente, que tras la angustia siempre está el deseo...pero por estos lares se me rebusca la idea)

El ñandú colosal, con cabeza de ovejero alemán me alerta en el sueño mismo que todo eso es lisa y llanamente imposible. "Mi chico" es un cínico que no hace más que adorar su ego y no es mi, es su!...Vacaciones? si no hemos ido más que a algunos bares palermogólicos, único ambiente apto para los despliegues de un ególatra y los oídos de una ilusa...Mi nombre en su boca? Cuando jamás ha podido pronunciarlo en su versión cortita, cosa que para mí implica una mínima expresión de afecto...Sigo? Niños, felizmente, disfrutando. Puaj!

Ingenuidad...game over. La pesadilla convirtióse en un sueño revelador. Las cosas por su nombre. El príncipe azul no existe, es trillada, pero aplica. Nunca vas a cambiar a un narcisista ególatra. Fue malo desde el día cero, lo sabías. Era gigantemente obbbbvvvvio, nena.

Ahora, cada vez que pienso en el tipo, me acuerdo del bicharraco de mi sueño y me desarmo en carcajadas.

No, si el ñandú más que un monstruo fue un amigo. O no dije antes...las cosas por su nombre!

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